Hoy por hoy resuenan en el ámbito de la innovación educativa términos como “enseñanza de la programación”, “robótica educativa”, “habilidades STEM”, entre otros, términos que se asocian a la aplicación de nuevas tecnologías y el desarrollo de las habilidades del siglo XXI en los programas escolares.
Pero más allá del poder de marketing de estos conceptos, tratemos de entender cómo se relacionan y que impacto tienen sobre el futuro de la educación de nuestros niños y niñas.

Nos enfocaremos específicamente a lo que tiene que ver con la programación como herramienta pedagógica y didáctica.
Dentro de las habilidades del siglo XXI el mismo Foro Económico Mundial, resalta la creatividad como una de las fundamentales de cara al desarrollo de mercados laborales más flexibles que interactúan con expresiones tecnológicas emergentes.
Producto de esto se ha vuelto necesario un debate que desde mucho tiempo atrás debía haberse dado en el escenario escolar.
¿Cuál es el papel de la creatividad en la educación de los niños y niñas? ¿Realmente se implementan modelos pedagógicos y didácticos que estimulan esta habilidad?

Sin duda la creatividad siempre ha estado presente en la escuela, es lógico, hace parte de los procesos mentales del ser humano, no es una capacidad excepcional, pese a que algunas personas se les da más fácil, pensar creativamente es un proceso que hacemos hasta en las tareas más cotidianas.
Desde los primeros años de escolaridad, nuestros niños dibujan, escriben, dan forma a materiales y realizan toda una serie de actividades que requieren de procesos creativos, que con el paso de los años y con currículos más rígidos en grados superiores se relegan o limitan, para dar paso a actividades relacionadas más con procesos de memorización y lógica, por ejemplo “programar”.
Los lenguajes de programación están llenos de comandos, instrucciones, funciones y elementos que a simple vista pueden parecer complicados (en realidad lo son), para aprender a usarlos no solo es necesaria su memorización, sino entender las relaciones entre unos y otros, así como los resultados que generan. Programar implica un proceso bastante abstracto y los conceptos asociados también lo son.
Con todo este panorama, ¿por qué considerar la enseñanza de la programación como una herramienta para desarrollar la creatividad en nuestros niños?
La respuesta a este interrogante está en los procesos cognitivos asociados a la actividad de programar, lo que se conoce como pensamiento computacional.
De fondo, al programar, una persona está llevando a cabo procesos que tienen que ver con el análisis de un problema, la identificación de patrones, la abstracción de ideas y la generación de secuencias, procesos que podemos ver reflejados en otras actividades que realizan nuestros niños: imaginar una historia y escribir un cuento, por ejemplo.

Diferentes laboratorios y compañías alrededor del mundo han estado desarrollando herramientas cada vez más amigables que les permitan a los niños y niñas interactuar con entornos de programación, de manera que estos procesos de pensamiento se puedan estimular desde edades tempranas y el paso a lenguajes de programación más complejos sea progresivo.
Gracias a esto, la programación se convierte en un medio de expresión que les permitirá a los ciudadanos del futuro, contar con una nueva forma a través de la cual comunicar sus ideas, en entornos fuertemente ligados a lo digital.
Si usted se encuentra interesado en implementar la programación como herramienta de desarrollo de la creatividad en sus clases, comparto algunos tipos desde mi experiencia como docente en aula.
Cómo desarrollador de productos de robótica educativa:
- Programar no es solo para programadores: No encasillemos el uso de la programación a una asignatura. Si bien aprender a programar puede ser un fin, verlo como un medio abre un mundo de posibilidades creativas para que nuestros niños y niñas aprendan muchos conceptos de una manera diferente.
- Dibujar, escribir y leer nunca pasarán de moda: La lectura es por tradición la actividad más importante para el desarrollo de la creatividad. Construir imágenes mentales sobre lo que leemos, re crear escenas, abstraer ideas son algunas de las acciones que hacen que nuestros niños imaginen, y es la imaginación el elemento fundante de la creatividad en la mente humana. ¿Qué tal recrear una historia creando una animación o videojuego, o haciendo que un par de robots educativos interactúen? La programación se convierte en un trampolín para hacer que las actividades creativas tradicionales confluyan y se potencien.
- Empecemos por Scratch: Sin dudas, una de las herramientas insignia en la enseñanza de la programación que además cuenta con un amplio soporte en comunidad es Scratch, lo mejor de todo es de código abierto y cuenta con versiones tanto en línea, como desconectadas.
- Las narrativas son una buena clave: Al programar nos encontraremos con conceptos un poco abstractos, que, según el nivel de desarrollo y la edad de nuestros niños, serán más o menos complejos de abordar, en este sentido acudir a materiales educativos que en medio de historias atractivas para ellos aborden estos conceptos o los inviten a descubrirlos serán de gran ayuda. El proyecto “Hello Ruby” de Linda Liukas es una buena fuente de inspiración para este punto.
- Colaborar para crear: Bien sabemos que “dos cabezas piensan mejor que una” y aunque los procesos cognitivos relacionados con la creatividad se desarrollan de manera individual, en la interacción con sus pares, los niños podrán inspirarse, debatir o replantear las ideas de otros. Un buen modelo para crear colaborativamente son los “Hackathon”, ampliamente utilizados en el sector empresarial y que se vienen implementando para el desarrollo de actividades educativas en las que los niños y niñas crean en equipo soluciones a problemáticas de su entorno o del mundo en general aplicando tecnologías.
Al implementar herramientas de programación en nuestras actividades pedagógicas, es importante reconocer que estas deben ser un medio que le faciliten a un nuestros niños y niñas desenvolverse creativamente, el objetivo no es hacer que todos se vuelvan programadores y mucho menos en un lenguaje específico, tampoco debemos buscar que programar opaque otros medios de expresión creativas.
Ser mejor programador no necesariamente hace a alguien más creativo, cuando un niño aprende a programar descubre un nuevo medio a través del cual expresar sus ideas, pero algunos sin dudas se sentirán más cómodos con otras formas.