Principalmente en que el sistema lineal tradicional de los retos en la educación ya no tiene cabida en nuestros esquemas. Hemos pasado varios años intuyendo que los cambios se acercaban, pero no se concretaban.
Se ha culpabilizado a los profesores, a los padres y a los propios niños. La tasa de abandono escolar es muy elevada.
Nuestros niños se aburren en clase (alguien puede pensar que esto siempre ha sido así, lo que no quita para que tenga que seguir siendo así).
No es una cuestión de pequeños ajustes o de añadir sobre lo construido. Hablamos de un cambio profundo en las instituciones educativas.
Cambios en los medios utilizados, en la forma de hacer llegar los contenidos y en la forma de adquirirlos.
También un cambio en los valores de los que somos modelo. Un cambio en las formas de adquirir habilidades. Esto no era prioridad en el sistema educativo tradicional. Sin embargo, nuestros jóvenes lo van a necesitar en su vida adulta.
Afrontando los retos en la educación del siglo XXI
Hay un déficit importante de perfiles profesionales a la altura de las necesidades de las empresas actuales. Nuestro entorno laboral ha cambiado significativamente.
Nuestro viejo sistema educativo está basado en la revolución industrial y en las necesidades laborales de la misma. Ya no podemos formar a nuestros jóvenes de esta manera porque el mercado de trabajo necesita de manos con habilidades diferentes. Más que de repetir, se trata de innovar con inteligencia.
La creatividad, el trabajo en equipo, la resolución de conflictos, el pensamiento crítico, las capacidades de liderazgo y de innovación son habilidades que las empresas buscan en los currículums. Así, es importante lo que has estudiado, pero todavía lo es más cómo te presentes y lo que seas capaz de hacer. Es la única vía que les permitirá afrontar su futura realidad laboral.